Me produjo admiración la sencillez de las ofertas: los ajos de Jamilena, el vino de Lopera, los magníficos embutidos de los pueblos serranos, los dulces pregoneros de la semana Santa, los perfumes, la variedad de quesos, en fin, me sentía llamada, a acudir a todos y cada uno para conocer y valorar el esfuerzo que se hace por dar a conocer aquello que se quiere. Asimismo me encantó ver a tantas personas haciendo lo mismo, porque se nos tienen que ofertar actividades para echarnos a la calle y así darle vida al asfalto.
Cuando salimos nos encontramos con establecimientos que viven para que luzcamos el Domingo de Ramos, otros nos ofrecen una soleada terraza para degustar un café entre amigos, cosas sencillas, pero es que la gente de pueblo no necesitamos mucho más para ser felices, porque en ser feliz con poco está la inteligencia.
Y hay mucho arte y mucha sabiduría en la gente sencilla para torear algunas circunstancias. Llegará la Semana Santa, acompañaremos las procesiones, visitaremos nuestros maravillosos templos, y todos luciremos dignamente. Me encanta mi pueblo y me siento orgullosa de él.